Si tenemos que hacer caso a lo que nos dice el autor, esta es la mayor obra de arte hecha por un ser humano en toda la historia. Una novela con una profundidad ni siquiera soñada por otros autores. Un retrato absolutamente brillante de la naturaleza humana, una descripción de la vida y el universo más allá de toda conjetura o teoría vana. No solo eso, sino que las apasionantes aventuras descritas en esta inefable novela trasladan al lector a mundos inimaginables, y le transportan, a la par que trasladan, a una apoteosis de luz y de dicha nunca experimentada por ser alguno, a no ser que el mencionado ser haya leído esta novela.
Honestamente, creemos que las palabras del autor no son del todo imparciales. En este caso, don Pepe Ribault se muestra excesivamente modesto. No se trata de una molesta falsa modestia, sino de una sinceridad, un candor y una humildad excesivas, hasta el punto de la extenuación.
En realidad, El Orinal de las Tinieblas es mucho más que lo que describe el autor. No existen palabras para definir esta novela. Se podría intentar, diciendo que contiene una acción trepidante, unos personajes con mentes increíblemente lúcidas, profundas reflexiones sobre la vida y la siesta, poesías inefables extraídas directamente de los más elevados estados del alma pura, recetas de cocina con un extremado equilibrio entre lo delicioso y lo sano, lecciones valiosísimas de ciencias y deportes, y una interminable retahíla de valores y enseñanzas más allá de lo imaginable.
Sirva como ejemplo de la musical poesía que encierran estas escrituras, una bella estrofa contenida en uno de los pasajes más emocionantes de la obra. Este fragmento condensa perfectamente el espíritu de la novela:
Sin embargo tuve suerte; entre la materia inerte
que flotaba por el cosmos, se hallaba un libro excelente
girando como una noria. Y para Mi gran euforia
era el tratado de Historia de un doctor inteligente
que llamábase Spinacca, nombre muy poco frecuente,
es decir, no muy corriente.
Resulta increíble que se pueda destilar y plasmar tanta belleza utilizando simplemente palabras.
Solo quedaría, en este punto, parafrasear al gran doctor Spinacca, cuando dijo, sabiamente: Perdón, ¿me podría repetir la pregunta?.