Aunque mis palabras sean intensas, repetitivas, algunas ideas cambiantes y poco definidas. Dentro de mí hay una razón más elocuente y concreta.
La única forma que encuentro de poder entender toda esta complejidad de mi búsqueda, es enfrentando sin resistencia y aceptando mis propios miedos e inseguridades, para no quedarme con lo que fue y ver lo que para mí es.
Lo que habita y habitaba en mi corazón, se transforman en palabras y hoy suelto el sentimiento para que salga.
Mi espíritu es libre, aunque la cabeza llena de inseguridades y miedos, quieran limitarlo por un sinfín de pretextos que trate de encontrar.
Entiendo que la única forma de no vivir la dicha, es escapando de la realidad creada, tratando de distraerme de lo que tanto miedo me da, tratando de llenar el vacío que con nada se llena, más que con lo que para mí es real y existe en mi propia eternidad, y así darme cuentas que no hay nada y que solo somos un canal de una indefinible divinidad.
Puedo elegir dejar de pensar en lo que fue, entregarme a lo que es y poder ir por los caminos de la gracia que nos lleva a los sin fines de aprendizajes.
El Amor no se encuentra en nadie y en nada, este es un estado que de su propio caudal nace. Solo lo podemos hallar en la magnificencia de la existencia, en la cual no existen las diferencias jerárquicas, religiosas y sociales.
Lo podemos ver con los ojos cerrados y abiertos, te da el aliento y te saca el suspiro, podés palparlo sin manos y la función de las manos en este caso solo es de dar (caricias, alimento, cobijo, etc.), no se escucha sino en la voz del profundo silencio, en el sentir y en las intenciones de las palabras, en el retumbe y en el tambor.
No tiene formas definitivas; por lo tanto, no habita solo por fuera, vive por dentro, solo dando sin la espera de estar recibiendo.
No busco palabras raras y complejidad dentro del entendimiento, solo claridad dentro de lo abstracto, que vibra en el misterio de mi existencia.
Voy a citar versos de sueños etéreos, que se complementan en un punto, como lo somos vos y yo, volviéndonos palabras llenas de silencios, cuerpos efímeros, direccionados a una misma e inevitable dirección, el nacimiento, la elección, la muerte y la trascendencia...
Israel Giurda
Sobre el Autor
Israel Giurda nació en la ciudad de San Francisco provincia de Córdoba, Argentina el 25 de mayo de 1990.
Es el menor de su familia. A meses de nacer, los trasladaron a estación frontera (provincia Santa Fe), donde cursó sus primeros años de primaria hasta quinto grado. Luego volvieron a San Francisco; ahí terminó la primaria y solo llegó hasta mitad de segundo año de secundaria.
A los doce años se fui a trabajar a Colonia Prosperidad, y a los 16 años comenzó con el arte, la música y la escritura, y en ese lugar vivió hasta los 24 años.
Participó de un grupo de Rock llamado "Caraduras", aportando como baterista y escribiendo alguna que otra canción en ese período. Paralelo a eso escribía poesías, ejercía malabares y varios oficios laborales.
A los 24 años se fue a viajar por 12 países de Latinoamérica, sustentando la aventura con las artesanías, la música y los malabares. Desde entonces elije seguir conociendo el mundo entero y haciendo lo que le gusta subjetiva y relativamente.
Le agrada leer libros de aventura, biografías, historia, filosofía, mitologías y más.
